QUINCE AÑOS DE EVANGELIZACIÓN-II
El Totem entre nuestros pamues
Es la gran
institución etnológica cuya existencia y realidad no podemos menos de confesar
entre los naturales de nuestra zona continental, sean ellos de la familia que
se quiera.
Tenga ella
los caracteres sociales que en la misma ponía el autor tan nombrado en estudios
de esta naturaleza, como Monseñor Leroy, manifiéstese más bien, como quieran
otros, bajo la forma de prohibiciones y tabús, pactos de sangre y
deducciones exogámicas, achaquemos a
ella las relaciones rituales que parece tienen nuestros indígenas con determinados
animales al constituirse bajo la tutela en determinadas ocasiones y
circunstancias en la vida, como iniciación, juventud, vida marital y hazañas
guerreras, bien se manifieste de otra forma, como aparece a las veces en las
leyendas folklóricas de nuestras tribus, el hecho es que nunca, si queremos
explicar bien ciertos acontecimientos, debemos dejar de la mano este sistema
totémico, ya que forzosamente debemos recurrir al mismo en incontables
ocasiones de la vida de nuestros naturales continentales.
El “tótem”
pamue, considerado como el ser tutelar, bajo cuya custodia y protección se
hayan todos nuestros pamues, es el Mvame , o gran abuelo, como si dijéramos, de
todos ellos, siendo este el de la nación, nvamayong, el de la tribu, mvamayong;
de la familia, mvamdzag; del individuo mvamesa.
Considerada
en sí la tutela y protección que emana del
mismo, no el mismo ser tutelar, tenemos que el “tótem” entre nuestros
pamues es la gran palabra BIANG, a la cual vinculan ellos todos los efectos
sorprendentes y maravillosos que en la
misma cabe concebir y colocar.
Sacerdote y su coadjutor
Era el
encargado de guardar y custodiar el depósito del mvamayong y de cuantos objetos
encarnaba la medicina de la tribu que a cada familia y comunicad estaba
reservada en la antigüedad de nuestros hombres continentales.
Dedicado
exclusivamente a labor tan beneficiosa y encomendada, en torno de su persona se
contemplaba un cúmulo de tradiciones veneradas y de misterios, que no cabe
decir ni ponderar cuánto se realzaba su personalidad ante cuantos individuos componía
la tribu.
Efectuaba
las labores de sacerdote y maestro en las ofrendas Tales como el “biki” y los
“tabús”. Como tal ejercía como médico ya que todas las enfermedades procedían
de un mal espiritual, por lo que a toda su comunidad, aconsejaba los
procedimientos para reponer la salud.
En caso de
lances guerreros, nunca se exponía y era protegido de varios servidores.
Su nombre
Ngang- bengang y su coadjutor Nkokom biang, por ser el que corría con la
preparación de los actos.
Pecados que no muerden
Toda
transgresión del “tótem” y de cuantas prohibiciones no se respeten, son
pecados que reciben su castigo, salvo
que se someta a ciertas ceremonias rituales establecidas.
Iniciados
Los hombres
que impunemente pueden asistir y oir todo lo que se hace en las ceremonias
rituales y secretas de la familia pamue,k se llaman “Ngos-bengos” . Los niños
que se sujetan a ciertas ceremonias y ritos por dolorosos que sean, tiene el nombre de “Mvon-bemvon”, durando varios
días que duran las ceremonias de iniciación.
Para iniciar
a un niño, se tapa el cubierto o salón con hojas secas de plátano; llaman al
iniciado o iniciados, les hacen incisiones rituales (Bogú) en el pescuezo, en
un lugar algo retirado, les dan algunas advertencias y los encierran en un
lugar que tendrán que estar incomunicados ni tan siquiera visualizados por los
profanos.
Queda un
vigilante para garantizar su aislamiento y cuando el “Mvon” tiene necesidad de
salir, el que vigila grita “Eeh” y todos los profanos huyen despavoridos a
esconderse en sus casas, ajustando las puertas de las mismas.
Después de
unos días, llevan al niño a un bosque cercano, en un sitio lodoso, remueven el
barro un poquito y hacen postrar al niño tocando el barro con el vientre,
volviendo al retiro., Al siguiente día
lo acompañan al río para bañarse bien y untarlo con aceite de palma. Al regreso
es cuando se presenta al público, entrando de cada en casa, comiendo algo
cuando se le ofrece.
Los que se
hallan perpetuamente excluidos de los misterios pamues, como las mujeres, o,
temporalmente como los niños y los no iniciados, se llaman “ebin-bibin”. Cuando
los mayores quieren hablar de cosas secretas, despachan a los curiosos con la consabida frase “huid todos, que
hablamos de cosas que los bibin no pueden escuchar. Todos se van corriendo.
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