QUINCE AÑOS DE EVANGELIZACIÓN- VII ÚLTIMO CAPÍTULO
Necrolatría y nigromancia
Todas las tribus africanas habitualmente practican la
necrolatría y nigromancia, con actos de adoración a los muertos e invocación de
sus espíritus, que los pamues llaman Akom melan.
Para ello guardan las
calaveras de sus antepasados en unos cuencos de cortezas de árbol y cuando
estiman que sus antepasados se han olvidado de ellos o quien conseguir triunfos
en la guerra o riquezas en abundancia, preparan una especie de cabaña cercana
al pueblo, donde ordenan sus calaveras y huesos de sus antepasados, cubriéndoles
de un polvo rojo diluido en agua.
Todos los iniciados pueden presenciar los cultos que efectúa
el interesado. Acostumbra a realizarlo ante sus hijos, mostrándoles la calavera
de sus abuelos, perfeccionándolo con un relato biográfico de su vida: donde
nació, la familia a su cargo, lugar de su muerte y hazañas de su vida. Recordándoles que cuando ellos sean mayores
tendrán que efectuar algo similar.
Luego nuestro hombre, se dirige a sus calaveras, explicándole
las víctimas que le trae, tales como ovejas, cabras, gallinas, y le habla como
si el otro le pudiera oír: ¡Oh padre mío, hace ya cinco meses que no has
comido; hoy te traigo una cabra para que comas, yo te pido me des mucha
riqueza, quiero casarme y tener cinco mujeres, y que todas tengan muchos hijos
que me ayuden en el trabajo!. Fulano me debe un dinero, que me pague pronto, y
así una retahíla de peticiones y deseos.
Una vez expuesto todo ello, sacrifica a la víctima,
derramando la sangre encima de la calavera.
Los asistentes desuellan la pieza y parten las carnes,
llevándolas a las cocinas de las mujeres para que la guisen en grandes
revueltos, con prohibición de comer algo. Una vez bien cocinada con cacahuetes
o calabazas, las vuelven a entregar a los mayores, quienes ponen toda la comida
a la calavera y se van al pueblo, permaneciendo sentados en el salón común, si
bien los pícaros no pierden de vista el ELIK en el que se hallan las calaveras,
y una vez han creído que los difuntos ya se han atracado de comida, recogen los
envueltos y los engullen, bajo la sombra de un árbol, haciendo creer a los
inocentes que las almas de los difuntos están bien satisfechas del convite que
les han ofrecido,.
Datos extraídos y copiados del libro titulado Quince Años de
Evangelización, escrito por el vicario apostólico de Fernando Póo, don Leoncio
Fernández Galilea C.M.F. , editado en 1939.
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